Después de 10 años en un trabajo demandante y exigente, decidí tomar tiempo para descansar y reconectar conmigo misma. Sabía que no solo se trataba de descansar, de no tener horarios ni fechas de entrega; mi mente necesitaba un verdadero break. Y qué mejor manera de hacerlo que retomando algo que siempre me ha gustado, así que investigué y me metí a un curso de panadería.
Lo que no esperaba era que, más allá de aprender a hacer pan, me atrapara todo el proceso: el aroma que llena la cocina, la textura suave de la masa cuando la trabajas, y hasta el sonido crujiente al salir del horno.
Han pasado algunos años desde aquellas clases de panadería, pero esa experiencia es la que me ha hecho reflexionar en cómo muchas veces olvidamos que detrás de cada pantalla hay personas que quieren sentir y no solo recibir información. He visto cómo el marketing digital puede convertirse en una herramienta poderosa para generar esas conexiones emocionales, siempre que sepamos aprovechar los recursos que tenemos a la mano.
El marketing sensorial, que tradicionalmente ha estado presente en espacios físicos con aromas, colores y sonidos, puede adaptarse al mundo digital. Aunque no podamos enviar olores o texturas por Internet, sí podemos crear experiencias a través de imágenes que cuentan historias, videos que transmitan emociones y mensajes auténticos que conectan de verdad.
La cocina y la panadería tienen mucho que enseñarnos aquí. Hornear un buen pan no es solo juntar ingredientes; requiere paciencia, dedicación y atención a cada detalle. De manera similar, en las campañas digitales no basta con lanzar contenido rápido, sino que hay que cuidar cada paso y poner ese toque personal que hace que la gente se sienta identificada.
Al final, la clave está en darle alma a la comunicación digital, para que no solo nos vean, sino que quieran quedarse y conectar. Por eso, les invito a ponerle más corazón y ese aroma de pan recién horneado a todo lo que hacemos en Touchpoint. Verán cómo cambia todo.